Nuestros Fundadores

SAN VICENTE DE PAÚL: (1581 – 1660)

Nace 1581 en el pequeño poblado Pouy en Francia. Dada la pobreza que existía, Vicente se vio forzado a trabajar desde niño. Fue enviado a estudiar al pueblo de Dax en el Colegio de los Franciscanos en 1596. En esta etapa de su vida pensó ser un importante sacerdote, con el objetivo de situarse en una buena situación social y económica. Con tan solo 19 años recibió la ordenación. Dos años después, el Cardenal Pierre de Bérulle ofreció a Vicente ir a la humilde parroquia de Clichy; acepta y comienza a restaurar la Iglesia, se siente dichoso por su trabajo. En 1617 predicó en Folleville, a propósito de un encuentro que sostuvo con un hombre en su lecho de muerte, al cual dio el Sacramento de la Confesión. Propuso a todos los fieles la idea de traer algunos sacerdotes para realizar una confesión general de toda su vida. Este sermón es considerado como el origen de la «Congregación de la Misión». En Chatillón-Les Dombes, el 20 de agosto del año 1617, Vicente descubrió, ante la necesidad urgente de una familia. la importancia de organizar la caridad en servicio del prójimo. Así nacen las Damas de la Caridad o las Cofradías de la Caridad. Su mirada creativa sobre el servicio de los pobres reconoce que las “damas de sociedad” no pueden asegurar por sí solas un servicio regular de las acciones de caridad. Por esta razón, funda junto a Luisa de Marillac la Compañía de las Hijas de la Caridad en 1633. Con todos estos acontecimientos descubre su vocación de servicio, dejando sus anteriores intereses de una vida acomodada para dedicarse por entero a la evangelización de los más pobres y la caridad organizada.

SANTA LUISA DE MARILLAC: (1591 – 1660)

Nace en 1591. En 1604 muere su padre lo que trae muchas dificultades a su infancia y juventud. Contrae matrimonio con Antonio Le Gras, del cual nace su hijo Miguel. Antonio muere en 1625. Para ese entonces Luisa ya había conocido a Vicente de Paúl. San Vicente en aquel tiempo estaba organizando las “Cofradías de Caridad”, delegará en Luisa la supervisión y la dirección de esta obra, ya que necesitaba de alguien que infundiera absoluto respeto y que tuviera, a la vez, el tacto suficiente para ganarse los corazones
y mostrar el buen camino con su ejemplo. Luisa era una mujer decidida y valiente, dotada de clara inteligencia y una maravillosa constancia. Quizás lo más importante de todo, tenía la virtud de olvidarse completamente de sí misma por el bien de los demás. La tarea de Luisa en el ámbito de la educación es rica, creativa y tenaz: dedicó muchísimo tiempo y energía a la enseñanza; organizó una intensa campaña de educación popular, fundó escuelas en parroquias y aldeas para niñas y jóvenes pobres. En 1633, Luisa reúne en su casa a algunas jóvenes deseosas de servir a Dios en el rostro de los desposeídos, naciendo así la Compañía de las Hijas de la Caridad. El 25 de marzo de 1634 Luisa hace voto de servicio a los pobres. Durante 1644, con algunas Hijas de la Caridad, Luisa viaja a Chartres con el propósito de confiar a Nuestra Señora la naciente Compañía. Su muerte fue el 15 de marzo de 1660. El 11 de marzo de 1934 fue canonizada por Pío XI, siendo proclamada por Juan XXIII patrona de las obras sociales cristianas en marzo de 1960.